martes, 6 de septiembre de 2011

Cambiar la estrategia, buscar otros medios...

Había un hombre sentado en la esquina de una calle, con una gorra a sus pies y un pedazo de madera que, escrito con tiza blanca, decía:

“Por favor, ayúdame, soy ciego”.

Un creativo de publicidad que iba de camino al trabajo se detuvo frente a él, leyó el letrero y se quedó pensativo. El ejecutivo observó que sólo había unas cuantas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso, cogió el cartel, le dio la vuelta, tomó una tiza y escribió otra frase en la parte de detrás. A continuación volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego, y se marchó sin decir una palabra.

Por la tarde, el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna. Su gorra estaba llena de billetes y monedas. El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él quien había cogido su cartel y había garabateado en él. “¿Qué es lo que usted ha escrito o pintado en mi tabla?”, le preguntó con curiosidad el invidente.

El publicista le contestó:

“Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, aunque está expresado con otras palabras”. El publicista sonrió y continuó su camino.

El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel rezaba:

“Hoy es primavera, y no puedo verla”.

Si te relajas, es peligroso...

Si tomamos una rana y la introducimos en una olla de agua hirviente, inmediatamente esta saltará huyendo del peligro. Pero si ponemos la rana en agua a la temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 21 a 26 grados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no está en condiciones de salir de la olla, hasta que finalmente podría morir hervida sin que llegue a intentar salir.

(Hay que estar vivo, preparado para los cambios, nada de acomodar el culo... porque te pillan desprevenido y no te da tiempo a reaccionar!!!)

Simple supervivencia


Una vez, un par de amigos se fueron de safari al África. Cuando ya su camioneta se había adentrado lo suficiente en la zona salvaje decidieron seguir un poco mas a pie, para poder contemplar las maravillas que el paisaje les regalaba. Estaban en esa dinámica cuando se encuentran con un León que los vigilaba desde unos 20 metros de distancia, con esa mirada de felino al acecho que precede al brinco de caza, y se percatan que se han alejado casi un kilómetro de la camioneta. Ante esto, uno de ellos toma su maleta, saca unos tenis y tranquilamente se los empieza a poner. El otro lo mira con cara de estupefacción y le dice:

- ¿Estas loco?, ¿acaso piensas que puedes correr más rápido que el León?.

- No amigo mío, no tengo que correr más rápido que el León, solo tengo que correr más rápido que tú.



(Este mundo es una jungla, y como animales que somos tenemos que reconocer cual es nuestro verdadero enemigo... y rodearnos de los que nos aportarán buenas cosas. Si no, mal vamos...)